Introducción
El desarrollo sustentable, más allá de ser un sinónimo de
verde o ambiental, implica hablar de tres grandes ejes que
deben trabajar de manera integral: medio ambiente,
economía y sociedad. Como lo explican Andrade y
Escobedo (2017), cuando el eje económico logra
homologarse con los principios sociales, se habla de un
desarrollo equitativo; por otro lado, cuando se integra el eje
económico con el ecológico se obtiene un desarrollo viable;
a la conexión entre el eje social y el ecológico se le conoce
como desarrollo admisible. Por lo tanto, la ausencia de
alguno de estos ejes o su limitada incorporación mermará
considerablemente su aportación al progreso global, por lo
que la integración de estos es un aspecto considerado como
vital en todo proyecto que busca materializarse en esta
materia.
El eje económico del desarrollo sustentable puede dividirse,
a su vez, en dos principales fases: a) la búsqueda de
crecimiento de los indicadores macroeconómicos; b) la
promoción de financiamientos para proyectos y empresas
alineados con la sustentabilidad. La primera de estas es
quizá la función más destacada de este importante eje, ya
que al tener previamente establecidas las metodologías que
permiten medir la contribución económica, su evaluación e
impacto son más fácilmente identificables. Sin embargo,
para el caso de la segunda, los esfuerzos que se han
emprendido para lograr más apertura del sistema financiero
hacia temas alternos como la sustentabilidad, son aún
limitados y muchos de los proyectos que han sido
favorecidos con este tipo de financiamiento aún se
encuentran construyéndose, las miras no son a corto plazo,
por lo que se puede inferir que el financiamiento sustentable
se encuentra en su etapa experimental, y la rentabilidad de
estos sigue siendo factor de incertidumbre.
Los mercados financieros son cada vez más competitivos
y la velocidad de este cambio está generando a las
compañías una gran presión, no sólo por ser exitosas,
sino que además deben planear y realizar las estrategias
necesarias para mantener su éxito en el futuro, por lo
que, la sustentabilidad corporativa ha sido la gran
protagonista durante los últimos años (Gavira, Martínez y
Espitia, 2020, p.227).
El auge del financiamiento sustentable se da tras la
publicación y ratificación internacional de la Agenda 2030
(2020), los países de todo el globo asumieron el
compromiso de generar mecanismos que coadyuven con la
consecución del desarrollo sustentable dentro de su
territorio, así como a nivel internacional. Los países de
América Latina no fueron la excepción, pese a que gran
parte de estos se encuentra en vías de desarrollo, el
crecimiento que ha experimentado esta región tiene parte
de sus orígenes en el desarrollo sustentable, aprovechando
el potencial en materia medioambiental y social del que
disponen. Incluso, países como Argentina, Brasil o
Colombia dejaron de ser considerados en desarrollo por el
gobierno estadounidense, gracias al crecimiento comercial
e industrial observado (Hernández, 2020); no obstante,
estas mismas naciones son consideradas como referente
latinoamericano en cuanto al impulso y financiamiento
público y privado de proyectos sustentables.
El International Finance Corporation (2016), considera que
los acuerdos internacionales han creado oportunidades de
inversión sustentables operables entre 2016 y 2030 en
sectores clave: energías renovables, transmisión y
distribución de energía, eficiencia energética industrial,
infraestructura, residuos y transporte. Además, señala a
América Latina y el Caribe como la región con mayor
potencial después de China. Se hace importante para
dichas naciones definir la cantidad de recursos para lograr
las metas y resultados internos, representando es un
desafío innegable para la consecución de recursos
económicos provenientes tanto de recursos nacionales,
como externos o apoyos internacionales.
En la Figura 1 se muestra el contraste en los
financiamientos hacia temas de sustentabilidad, con énfasis
en el eje medio ambiental, que se han efectuado tanto en el
año 2013 como en el 2016, tomando como base el último
reporte público sobre financiamiento en la materia,
realizado por la Comisión Económica para América Latina y
el Caribe (CEPAL).
Fuente: Elaboración propia a partir de Comisión Económica para
América Latina y el Caribe (2019).
Figura 1. Financiamiento para proyectos sustentables en
Latinoamérica según el tipo de recursos
Como se muestra en la Figura anterior, para alcanzar
pronósticos favorables en América Latina en cuanto a
financiamiento sustentable, es necesario conocer la
estructura orgánica de aquellas vías de financiamiento que
operan o han operado, destacando sus principales alcances
y las áreas de oportunidad que, al atenderlas, pueden crear
un efecto generalizado para esta región. Se observa que en
cuatro años transcurridos el financiamiento con origen
nacional ha disminuido considerablemente, abriendo paso
a financiamientos mixtos, los cuales, a su vez, representan
otra vía de consecución para el último de los Objetivos del
Desarrollo Sustentable: Alianza para Revitalizar la Alianza
Mundial para el Desarrollo Sustentable.
Metodología
Para la investigación fueron empleadas dos tipos de
investigación: documental y descriptiva. La primera permitió
la profundización en el objeto de estudio a través de la
revisión de las principales fuentes de referencia para
financiamientos sustentables, así como los autores que
previamente han trabajado el tema. La segunda permitió