Posteriormente se modificó la versión anterior,
publicándose otro documento mejorado denominado COSO
II o COSO ERM (Enterprise Risk Management) o Gestión
de Riesgos empresariales, al cual se le agregó tres, es decir
forman un total de ocho componentes: Ambiente interno,
Establecimiento de objetivos, Identificación de riesgos,
Evaluación de riesgos, Respuesta a los riesgos, Actividades
de control, Información y comunicación y Monitoreo. Este un
proceso continuo, diseñado por el personal de una empresa
para identificar eventos no programados y evaluarlos, con
el propósito de proveer seguridad en el cumplimiento de
objetivos sin el impacto de riesgos. Este nuevo documento
según Estupiñán (2006), llevó a una estrecha vigilancia
estructural, financiera y operativa en todos los niveles de la
junta directiva o consejo de administración, hasta los
operativos.
En el año 2013 COSO emitió una actualización al método
ERM, éste provee un enfoque integral con el
establecimiento de 17 principios que sustentan los cinco
componentes originales, esta actualización amplía la
aplicación del control interno, con una adecuada
operatividad e información de los objetivos; así, como
también aclara los requisitos para un control interno
efectivo. Así lo señala Estupiñán (2016), en el libro Control
interno y fraudes:
El nuevo documento del COSO 2013 lo elaboró la
Comisión Treadway, para ayudar a todas las
empresas, no solo aquellas de responsabilidad
pública, sino también para las organizaciones con
ánimo o sin ánimo de lucro que tengan finalidades
de servicio a la comunidad, productora,
distribuidora, servicios, cooperativa o de cualquier
índole, con el propósito de cubrir esfuerzos básicos
para a) adaptarse al aumento y complejidad de los
negocios, a los cambios en la tecnología y nuevos
métodos de negociación; b) detección y respuesta
a los riesgos; c) conseguir el logro de los objetivos;
y, d) emitir información confiable que apoye la
adecuada y oportuna toma de decisiones. (Pág.
46)
Luego en el año 2017 aparece el nuevo marco COSO ERM
trata sobre la evolución de la gestión de riesgos
empresariales y la necesidad de que las organizaciones
mejoren su enfoque de gestión de riesgos y se preparen
ante cualquier contingencia empresarial. La actualización
resalta la importancia de considerar el riesgo tanto en el
proceso de establecimiento de pilares o estrategias, como
en el desempeño en su ejecución. Este nuevo marco
propone cambios sustanciales para el enfoque del control
interno, el cual se basa en los cinco componentes y 20
principios, los cuales proponen utilidad en tres frentes:
conocer la metodología para identificar los riesgos, cómo
documentarlos y proporcionar identificadores específicos,
con un medidor de desempeño, para conocer su impacto en
el negocio. También lo puntualiza Tapia (2019), al
manifestar que el control interno es una herramienta
importante, la cual se aplica por medio del gobierno
corporativo de la entidad, principalmente por el comité de
auditoría, el cual debe promover la definición, implantación,
permanencia de un sistema, mecanismo, ambiente de
control interno sólido, suficiente y actualizado.
Esta investigación inicia de un problema determinado, como
es el desconocimiento técnico y falta de involucramiento
directo de administradores y directivos para confrontar y
mitigar los riesgos, producto del desconocimiento de la
existencia y de las ventajas que proporciona el Marco de
Gestión Integral de Riesgos, así como también por no
reconocer al riesgo como una amenaza latente en las
organizaciones.
Las situaciones citadas, dan oportunidad a que aparezcan
repercusiones institucionales, entre ellas, inexistencia de
procedimientos y métodos para salvaguardar los activos,
ineficiencia operativa y aparecimiento de diferentes tipos de
riesgos financieros, tales como: riesgo de mercado, riesgo
de crédito o crediticio, riesgo de liquidez, riesgo legal y
riesgo operacional, por lo que se hace necesario un
adecuado sistema de control interno y gestión de riesgos.
Quienes están al frente de las instituciones financieras
requieren tener el conocimiento necesario para ejecutar
adecuadamente sus estrategias, en concordancia con la
gestión integral de riesgos, desde el punto de vista operativo
y no desde el decisivo, esto quiere decir que provee un
enfoque para evaluar el riesgo, que el valor presente y
futuro tiene, basados en la estrategia escogida, tomando en
cuenta que no se pueden gestionar los riesgos si no están
definidos los objetivos y estos no pueden ser claramente
identificados si no existe una estrategia.
En el Ecuador, las instituciones financieras controladas por
la Superintendencia de Bancos y Seguros han venido
trabajando bajo un Marco Integral de Gestión de Riesgos
desde la publicación (2017) de esta entidad, con la
Resolución No. SB-2017-602, en la que manifiesta:
Las entidades controladas deben incluir en su
marco de administración integral de riesgos, y en
forma detallada para cada tipo de riesgos, los
lineamientos establecidos en la “Política para la
gestión integral y administración de riesgos de las
entidades de los sectores financieros públicos y
privados”, expedida por la Junta de Política y
Regulación Monetaria y Financiera. (Pág. 6)
Se debe indicar que este tipo de instituciones tienen un
mayor control, a raíz del feriado bancario del año 1999, este
fenómeno económico consistió en congelar los ahorros de
los ciudadanos por 24 horas: los ahorristas no podían sacar
su dinero de los bancos ni hacer ninguna transacción. La
medida buscaba, desesperadamente, evitar el retiro masivo
de dinero de los bancos y proteger la estabilidad de la
banca, que estaba totalmente quebrada. A partir de esa
fecha los controles se han ido implementando y mejorando
con el objetivo de dar mayor solidez administrativa y
operativa. Precisamente una de las herramientas que
ayudan a cumplir este propósito está el Marco de Gestión