se deba reconocer las características fundamentales de la
vida empresarial, como las empresas tienen un enfoque
estratégico; el fiduciario mantiene obligaciones que cumplir
con el inversor y la empresa. El paradigma de los
stakeholders puede evitarse a partir de la reflexión que
existe entre la naturaleza de las obligaciones morales y los
límites que se imponen a los fiduciarios; y una vez, que se
entienda a la dimensión práctica en el desarrollo de una
gestión imparcial con los valores éticos compartidos entre el
agente y los accionistas, esto podría trascender a lo
estratégico y sobre el interés fiduciario propio.
En este sentido Boatright (1994) respecto a que los
gerentes no solo tienen una relación fiduciario, es decir,
sobre su gestión no es únicamente actuar a favor de los
accionistas en administrar la empresa y proteger sus
intereses que se limitan a su rol de ser propietarios legales,
sino también, en alinear sus decisiones de su conducta con
el resto de stakeholders mediante decisiones morales, por
lo que el papel de regulación gubernamental es necesaria
para establecer controles suficientes; y así, asegurar que la
actividad corporativa sea beneficiosa para los diferentes
agentes interesados, ya que, una influencia mayor de los
accionistas obligaría a las corporaciones a ser más
eficiente, conllevando a que se podría generar decisiones
poco favorables para los diferentes stakeholders.
Si bien se puede considerar un papel más activo de
regulación gubernamental también es posible que las
organizaciones se autorregulen mediante un adecuado
gobierno corporativo siendo este como lo distingue Lefort,
F. (2003), “el conjunto de relaciones que se establecen
entre los diferentes participantes en la empresa con el fin de
garantizar que cada uno reciba lo que es justo”. Sin
embargo, existen aspectos que lo conforman y condicionan,
de una u otra forma, el desempeño de la empresa. Los
aspectos internos, como: el sistema de toma de decisiones,
la estructura de capital, los mecanismos de compensación
a los ejecutivos y los sistemas de monitoreo; y los aspectos
exógenos, entre ellos: el sistema legal, el mercado por el
control corporativo, el mercado por los servicios gerenciales
y el grado de competencia en los mercados de bienes e
insumos que enfrenta la empresa.
Burton and Dunn (1996) justifican que las decisiones
morales son un reconocimiento de la relación inherente a
los miembros de la organización (stakeholders), pero
debería realizarse como se lo valora desde la Teoría
Feminista. De esta manera, se desarrollaría métodos para
la toma de decisiones, tomando en consideración más
activa a los agentes interesados para que se conviertan, a
más de una teoría, en un factor clave dentro de las
organizaciones para la integración de sus procesos y que
según Wicks et. al. (1994) desde el pensamiento feminista
se concentra en el desarrollo de formas efectivas de
cooperación, descentralización del poder y la construcción
de consensos con sus stakeholders mediante la
comunicación y así poder generar una dirección estratégica
con delegación de toma de decisiones y el aprovechamiento
de la creatividad de los involucrados para la integración de
procesos, haciendo que la competencia no sea irrelevante,
simplemente se convierte en un factor secundario pues una
empresa se vuelve competitiva como resultado de una
colaboración y trabajo en equipo exitoso.
La integración de procesos entre los enfoques normativos y
descriptivos de la ética empresarial lo precisa Donaldson y
Dunfee (1999), como una justificación externa que esbozan
pensamientos preliminares sobre la Teoría de los Contratos
Integrativos Sociales (ISCT), siendo ésta una instrucción
para los gerentes en la toma de decisiones de los preceptos
morales existentes, personales, culturales que conectan los
contratos micro sociales que representan los acuerdos
reales en comunidades económicas individuales, respecto
a las hipernormas, siendo procedimentales internas o
externas, estructurales pertenecientes a las empresas o,
sustantivas relacionadas a su comportamiento.
Aunque Phillips (1997), propone que los stakeholders
deben apreciarse por parte de la dirección mediante la
aplicación principio de equidad, trato justo, juego limpio o
fairness, precisando que este será acorde siempre y cuando
los interesados cooperen en proporción con los beneficios
aceptados. Al efecto, existen diferentes maneras para que
el principio de equidad fortalezca a la Teoría de
Stakeholders, como: ser críticos en la construcción de la
filosofía y normativa de la empresa, definir cuáles son los
grupos de agentes interesados, a su vez, su identidad,
reconceptualizar la interacción y relación con los agentes
interesados; así como, implementar medios para decidir
quejas y reclamos de los agentes interesados. De ellos se
deriva que uno de los principales problemas es la dificultad
de distinguir a los individuos y grupos que son agentes
interesados de los que no lo son, incluso un entorno de
cosa, como lo destaca Philips y Reichart (1999), sobre el
medio ambiente por lo que hace indispensable que los
gerentes consideren el impacto que las organizaciones en
este pueden provocar pues como lo distingue Starik (1995),
este es un componente vital para el desarrollo de
actividades humanas.
Van Buren (2001) presenta un argumento sobre el principio
de equidad como un medio para identificar y decidir entre
los agentes interesados combinando la idea de
consentimiento como se describe en la teoría de Contratos
Integrativos Sociales para generar una teoría más
normativa de los agentes interesados que ayude a fortalecer
al gobierno corporativo.
No obstante, para poder consolidar al gobierno corporativo
existen desafíos a considerar que se conciben entre la
relación de los stakeholders con la de gestión sostenible,
como lo distinguen Hörisch, et. al. (2014), son: fortalecer los
intereses particulares de sostenibilidad de los agentes
interesados, crear intereses de sostenibilidad mutuos
basados en el interés particular y empoderar a los agentes
interesados para que actúen como intermediarios para la
naturaleza y un desarrollo sostenible, mismos que sugieren
abordar estos desafíos bajo tres mecanismos
interrelacionados: educación, regulación y creación de valor
basada en la sostenibilidad para los agentes interesados.
El avance de la Teoría de los Stakeholders consolida la idea
de la integración de componentes, como: las decisiones