Introducción
La Inversión Extranjera Directa (IED), es conocida por ser el
reflejo de la relación que un país determinado tiene con el
exterior y por esta razón se ve afectada por varios factores
de carácter económico, social y político como el PIB, la
apertura comercial, el tamaño del mercado y la estabilidad
política en los países. Por otro lado, los impuestos, afectan
directamente al comportamiento de los ciudadanos, por lo
que perturbará también su capacidad de invertir
(Ambambari, 2017).
Según el FMI (2009), la Inversión Extranjera Directa es una
categoría de la inversión transfronteriza relacionada con el
hecho de que un inversionista residente en una economía
ejerce el control o un grado significativo de influencia sobre
la gestión de una empresa que es residente en otra
economía. Las Naciones Unidas (2019) afirma que la
inversión extranjera directa es uno de los componentes
fundamentales del crecimiento de las economías mundiales
y en especial de países latinoamericanos.
Por tanto, la IED implica que las empresas de un país
buscan oportunidades de negocio e invierten directamente
en activos productivos, como fábricas, sucursales o
participaciones en empresas, en otro país, en lugar de
simplemente realizar transacciones financieras, la empresa
adquiere una presencia activa en el país receptor.
En los países de Latinoamérica los flujos de IED
generalmente han sido bajos, tras la crisis económica de los
80 presentaron un aumento, manteniendo una tendencia
creciente en los años siguientes; la CEPAL (2001) afirma
que este comportamiento se debió a la adopción de varias
políticas neoliberales en la región las cuales se basaron en
impulsar el libre comercio y la apertura comercial.
En el caso de Ecuador se mantuvo la misma tendencia en
los años 80 y la década de los noventa, a partir del año 2000
los ingresos por IED se mantuvieron constantes y en
muchas ocasiones se presentaron notables decrecimientos
y variaciones abruptas que no mantienen tendencias
marcadas por país de origen. Se registran ingresos netos
de IED de 129 países durante el período estudiado, en los
últimos años (2016-2021) los países de donde proviene la
mayor IED son: España con un 13% al igual que Canadá, le
sigue Holanda con el 12%, seguido de Estados Unidos con
un 8% y China con 7%, a su vez otros países en cantidades
menores representan el otro 47%.
Según la CEPAL (2021), Ecuador ha mantenido una
tendencia de flujos de entrada de IED poco variable y
generalmente decreciente, con un promedio en el período
estudiado de $735,4 millones de dólares, que lo ubica como
un país poco competitivo en la región, situándose muy por
debajo de países como Chile, Argentina, Colombia y Brasil,
este último con un promedio de $72.713,08 millones de
dólares, siendo el país que registra flujos de entrada de IED
más altos de Latinoamérica, lo que demuestra la gran
brecha que existe entre Ecuador y otros países de la región.
Entre 2002 y 2006, América Latina y el Caribe recibieron
$357.589 millones de dólares en ingresos netos de
inversión extranjera directa (dólares corrientes) de acuerdo
con datos de World Development Indicators del Banco
Mundial. De esa cantidad Ecuador captó apenas $3.256
millones o el 0,91%. Entre 2007 y 2011 la región recibió
$733.267 millones en ingresos netos de inversión extranjera
directa, un valor récord para toda la región, y de esta
cantidad Ecuador captó una porción más pequeña que en
el quinquenio anterior, 0,3% ($ 2.366 millones).
El Impuesto a la Salida de Divisas (ISD) en Ecuador se
implementó el 29 de diciembre del 2007, fue concebido por
primera vez para frenar la salida indiscriminada de
capitales, e incentivar la inversión interna. Este impuesto ha
tenido un incremento progresivo en el tiempo. Cuando se
implementó su tarifa inicial fue 0,5% de las transacciones y
operaciones monetarias con el exterior, en 2008 incremento
al 1%, en el 2009 el ISD se duplicó, en 2011 su valor tarifario
aumentó al 5% y en la actualidad se encuentra en
decrecimiento (Santander, 2014).
Tobin (1974) propone una tasa que grave todas las
transacciones internacionales con el objetivo de evitar los
capitales golondrina, la fuga de capitales y como fuente de
recaudación, sin embargo, también establece que esta tasa
debe ser baja, entre el rango de 0,1% a 0,5% para que
penalice solo las operaciones especulativas de divisas más
no a las inversiones.
Según autores como Sánchez et al. (2020), Fuentes et al.
(2019), Santander (2014), Coba (2019), las variaciones del
impuesto a la salida de divisas han coincidido con las
fluctuaciones que ha sufrido la Inversión Extranjera Directa
(IED) recibida por el país. Según datos del Banco Mundial,
Ecuador captó menos ingresos netos de inversión
extranjera directa durante 2007 y 2011. Sin embargo, en
investigaciones como de Veas (2019), Fuentes et al. (2019),
y Bedoya (2019), mediante herramientas estadísticas y
econométricas se analizan el comportamiento y la relación
de estas variables y han arrojado que el comportamiento de
la IED con respecto al ISD con una tasa de 4% no ha sido
significativo.
Para Veintimilla (2015) los determinantes de la IED a nivel
empírico en Ecuador son: la presión tributaria, el PIB, riesgo
país, apertura comercial, índice de precios del petróleo,
metales, alimentos, materias primas agrícolas, y la
estabilidad política.
Bajo la premisa de que la presión tributaria es uno de los
determinantes de la IED en Ecuador, y que el ISD ha tenido
una evolución tarifaria creciente desde el año 2007, siendo
del 0,5% hasta llegar al 5% en el año 2011, variando en
total 4 veces en el transcurso de este período,
convirtiéndose en el tercer impuesto con mayor recaudación
después del IVA y el impuesto a la renta, la presente
investigación pretende obtener un valor umbral, el que
analiza la posible existencia de cambio estructural en un
modelo de regresión lineal, para la tasa impositiva a las
transacciones internacionales que cumpla el objetivo del