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INTRODUCCIÓN
Desde el inicio, los publicistas se dieron cuenta de la importancia de resumir y condensar la esencia persuasiva de sus
mensajes a través de una sola unidad que se repitiera y se asociara a la marca (Garrido, 2013). Por esa razón el eslogan
ha pasado a ser un elemento esencial dentro del ámbito de la comunicación (Degrado, 2015). Los eslóganes perviven de
generación en generación, se transmiten de forma oral y además, son fáciles de comprender y de memorizar (González,
2016).
El eslogan ya existía en la antigüedad ligado a la política, a las consignas sociales y a la guerra. Hasta nales del siglo XVIII,
con la Revolución Industrial, no lo encontramos en el ámbito de la publicidad comercial. Con los medios de comunicación
de masa, el eslogan alcanza la importancia que tiene en la actualidad, ya que pasa a formar parte de un espectro más amplio.
Desde el punto de vista mercantil, no queda claro cuál es el momento en el que el eslogan empieza a ser una pieza clave.
Parece ser que el eslogan fue utilizado primariamente para la propaganda política y después pasó a emplearse en el ámbito
comercial (Equizabal, 2017). En el siglo XX, el eslogan estaba usado prácticamente solo por los norteamericanos debido a
su gran expansión comercial. Estos les servían para designar tanto a headlines o titulares, como a baselines o eslóganes en
sentido estricto. En el segundo tercio del siglo XX, los movimientos totalitarios europeos usaron con ecacia los eslóganes
y consignas políticas, aunque cargaron al término de connotaciones negativas. Con el paso del tiempo y con el uso masivo
de eslóganes en el ámbito comercial, el uso peyorativo de la palabra fue desapareciendo y, actualmente, se usa tanto en
comunicación política como en la comercial (Rey, 1996; citado en Garrido y Ramos, 2006).
Dentro del ámbito comercial, los eslóganes también han sufrido cambios y han pasado de ser textos publicitarios que
básicamente consistían en la exposición de las características de cierto producto, a ser enunciados que muestran un alto grado
de sosticación; de hecho, en el ámbito comercial no siempre se usaban y fueron elementos que aparecieron tardíamente.
Poco a poco, “pasaron de ser una captatio benevolentiae a convertirse en la parte más importante del texto, hasta el punto de
que es anecdótico encontrar textos publicitarios que no lo incluyan en su repertorio argumentativo” (Castillo, 2010, p. 144).
Según Eguizábal (2015), el interés por estudiar el eslogan ha ido decayendo; sin embargo, señala varios motivos por los
que es necesario efectuar más estudios acerca del mismo:
1) “se instala en la política, en la ideología, en la vida diaria y en el propio pensamiento” (p. 16);
2) es ecaz en el objetivo que se propone, de hecho, su uso es controvertido de acuerdo con el carácter tendencioso
que posee;
3) tiene una gran fuerza perlocutiva; y
4) su fórmula ha resultado en expresiones relevantes que ahora forman parte del imaginario colectivo de una sociedad.
A lo largo de los años, han existido varios autores que se han aproximado al eslogan para intentar dar una denición e intentar
hacer una clasicación de sus características. Una tendencia es la que relaciona los eslóganes con los refranes, proverbios,
etc. Para Herrera (1996, p. 337) el eslogan consiste en un enunciado “breve, conciso y fácil de retener que nos habla de
algo o de alguien, de una manera que resulte impactante, atractiva, ingeniosa o sugestiva [...], con el n de que adopte una
determinada actitud o comportamiento”. Desde la perspectiva de este autor, los eslóganes, además, cuentan con otro tipo de
características lingüísticas y pragmático-argumentativas que hace que podamos considerarlos como una paremia especial.
Uno de los hechos que diferencia al eslogan de otros enunciados como los refranes o los proverbios es que el eslogan siempre
es un enunciado nuevo, por lo que no encierra y no son parte de esos discursos de sabiduría popular que constituirían los
enunciados arriba mencionados. Por otro lado, cuando recurrimos a estas paremias de sabiduría popular lo hacemos con el
n de citarlas como un argumento de autoridad, algo que no sucede con los refranes puesto que no están hechos para ser
citados, sino para dirigirse a un público determinado. Por otro lado, con respecto a la enunciación, las paremias de sabiduría
popular forman parte de lo que se conoce como enunciación proverbial, la cual implica que el enunciado, en realidad, es
REVISTA INVESTIGACIÓN Y DESARROLLO I+D • VOLUMEN 14 • JULIO - DICIEMBRE 2021 • P. 59 - 68 • UNIVERSIDAD TÉCNICA DE AMBATO - DIDE • AMBATO - ECUADOR
‣ Rosa Frontera Sánchez
‣ Manuel Martín González
‣ Álvaro Jiménez Sánchez