Velásquez M/ Enfermería Investiga, Investigación, Vinculación, Docencia y Gestión Vol. 8 No. 2 2023 (Abril Junio)
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GESTIÓN DE SEGURIDAD DEL PACIENTE ADULTO MAYOR HOSPITALIZADO. ARTÍCULO DE REVISIÓN
SAFETY MANAGEMENT OF THE HOSPITALIZED ELDERLY PATIENT. REVIEW ARTICLE
Mary Carmen Velásquez Cedeño1, Mirian del Rocio Santos Álvarez1, Lourdes Maribel Bello Carrasco1, Karen Lissette Intriago
Moreira1, Edward Alexis Domínguez Olmedo1
1Docente de la Universidad Laica "Eloy Alfaro" de Manabí, Mana, Ecuador
2477-9172 / 2550-6692 Derechos Reservados © 2023 Universidad Técnica de Ambato, Carrera de Enfermería. Este es un artículo de acceso abierto distribuido
bajo los rminos de la Licencia Creative Commons, que permite uso ilimitado, distribución y reproducción en cualquier medio, siempre que la obra original es
debidamente citada.
Recibido: 05 de enero 2023
Aceptado: 25 de febrero 2023
RESUMEN
Introducción: La seguridad del paciente constituye uno de
los temas más acuciantes del área de la salud en la
actualidad; los incidentes ocasionados por poca seguridad en
la atención resultan una de las diez primeras causas de
muerte e invalidez en el orbe, principalmente en adulto
mayores hospitalizados, donde toma trascendencia la gestión
de procesos en seguridad. Objetivo: Conocer la Gestión de
seguridad del paciente adulto mayor hospitalizado. Métodos:
Se llevó a cabo la revisión bibliográfica de literatura científica
disponible, utilizando un procedimiento sistemático basado en
la búsqueda, selección, revisión, interpretación y síntesis de
la evidencia probada de los últimos 5 años en idioma
español, portugués o inglés, publicados en revistas indexadas
en bases de datos como Pubmed, ScienceDiret, Scielo, y
Google Scholar, donde se hallaron 82 artículos, de los cuales
22 cumplieron los criterios de selección. Desarrollo: En su
mayoría, las investigaciones corroboraron que,
habitualmente, los adultos mayores llegan a la hospitalización
en condiciones de fragilidad física y mental que deviene en
vulnerabilidad a riesgos en la atención e incluso del entorno.
Conclusiones: La gestión de riesgo para la seguridad de los
ancianos se cimenta en la prevención, lo cual requiere de la
minuciosa identificación de riesgos clínicos por parte del
personal de enfermería, el uso de instrumentos científicos de
supervisión control de estos riegos, con una marcada
estabilidad y conocimiento teórico práctico de los cuidadores,
para lograr un sistema de notificación oportuna de evento
adversos, que evite que se repitan.
Palabras clave: seguridad del paciente, gestión de riesgos,
anciano, hospitalización, atención de enfermería
ABSTRACT
Introduction: patient safety is one of the most pressing
issues in the health area today; Incidents caused by poor
security in care are one of the ten leading causes of death
and disability in the world, mainly in hospitalized older adults,
where the management of security processes becomes
important. Objective: To know the safety management of the
hospitalized elderly patient. Methods: the bibliographic review
of the available scientific literature was carried out, using a
systematic procedure based on the search, selection, review,
interpretation and synthesis of the proven evidence of the last
5 years in Spanish, Portuguese or English, published in
journals. indexed in databases such as Pubmed,
ScienceDirect, Scielo, and Google Scholar, where 82 articles
were found, of which 22 met the selection criteria.
Development: For the most part, the investigations
corroborated that, habitually, older adults arrive at
hospitalization in conditions of physical and mental fragility
that becomes vulnerable to risks in care and even in the
environment. Conclusions: risk management for the safety of
the elderly is based on prevention, which requires the careful
identification of clinical risks by the nursing staff, the use of
scientific monitoring instruments to control these risks, with a
marked stability and practical theoretical knowledge of
caregivers, to achieve a system of timely notification of
adverse events, which prevents their recurrence.
Keywords: patient safety, risk management, elderly,
hospitalization, nursing care
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INTRODUCCIÓN
La seguridad del paciente constituye uno de los temas más
acuciantes del área de la salud en la actualidad. Se trata de
una disciplina que emergió con la progresión de los sistemas
de salud con procesos de mayor complejidad y el incremento
sostenido de daños a los usuarios al interior de las
instituciones sanitarias. Su objetivo fundamental reside en
prevenir y disminuir los riesgos, la ocurrencia de errores y sus
terribles consecuencias para los pacientes durante el proceso
de atención. Por tal motivo, el perfeccionamiento continuo,
sustentado en aprender de las fallas y situaciones adversas,
ha devenido el pilar fundamental en el abordaje de este
fenómeno (1).
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS)
(2), los incidentes ocasionados por poca seguridad en la
atención resultan una de las diez primeras causas de muerte
e invalidez en el orbe. Incluso en naciones desarrolladas, se
calcula que uno de cada 10 pacientes, está expuesto a
perjuicios mientras recibe atención hospitalaria, producto de
acontecimientos prevenibles. Asimismo, anualmente se dan
alrededor de 134 millones de eventos adversos a raíz de
aspectos de seguridad en territorios de medianos y bajos
ingresos, desencadenando 2,6 millones de decesos (2).
Las cifras son más desoladoras en adultos mayores
hospitalizados; este grupo etario ha sufrido por sus propias
características, una cifra elevada de daños por deficiencias
en la seguridad durante el ingreso en hospitales. Un estudio
realizado en la unidad de cuidados intensivos y el servicio de
medicina interna del Hospital General Dr. Gustavo
Domínguez Zambrano, de Santo Domingo de los Tsáchilas,
en Ecuador, arrojó que los pacientes entre 31 y 65 años
experimentaron el 52,8% de los eventos adversos, seguidos
por las personas con 66 años o más, quienes mostraron una
incidencia de este tipo de situaciones del 33,6%. Las úlceras
por presión, las flebitis y las caídas, se han convertido en los
incidentes que continuamente se repiten en instituciones que
prestan servicios de salud, seguidas de las infecciones
intrahospitalarias (3).
La Organización Mundial de la Salud, señala que una
persona es considerada adulto mayor, cuando ha superado
los 60 años. Precisamente las características propias de la
edad, y los problemas naturales que conlleva, vuelven a este
grupo más vulnerable a la hospitalización y por consiguiente,
a la exposición a incidentes de seguridad. El aumento en la
esperanza de vida, de conjunto con el proceso natural de
envejecimiento y la fragilidad física, social y psicológica, ha
provocado que la cifra de padecimientos y sus
complicaciones, con predominio de las enfermedades
crónico-degenerativas, se incrementen exponencialmente. Lo
anterior llama la atención sobre la gestión de los procesos de
seguridad de este tipo usuarios durante su tiempo de
internamiento en centros asistenciales (4).
Y es que, la hospitalización de los adultos mayores producto
de un padecimiento agudo o por la agudización de una
enfermedad crónica, marca un evento de vital importancia en
la atención; ya que, por sí misma, el internamiento es un
reconocido factor de riesgo para otros problemas de salud.
De ahí la necesidad de ponderar los protocolos de seguridad
del paciente y gestionarlos de la manera adecuada, para
poder brindarles el mejor cuidado, y que no se convierta en
un elemento agravante o negativo en la calidad de vida
posterior. Por lo que el objetivo de la presente investigación
es conocer la gestión de seguridad del paciente adulto mayor
hospitalizado.
MÉTODOS
Se llevó a cabo una revisión bibliográfica de la literatura
científica disponible, utilizando un procedimiento sistemático
basado en la búsqueda, selección, revisión, interpretación y
síntesis de la evidencia en los últimos 6 años.
Dentro de los criterios se incluyeron los artículos publicados
desde 2017 hasta 2022; en idioma español, portugués o
inglés, publicados en revistas indexadas en bases de datos
como Pubmed, Science Diret, Scielo, y Google Scholar, de
diseño observacional, de revisión sistemática y de
metaanálisis. De acuerdo con este criterio, quedaron fuera de
la investigación trabajos científicos encontrados en fuentes de
poca confiabilidad, de bajo rigor académico, o que ya están
desactualizados por su fecha de publicación. De igual forma,
se exceptuaron del estudio bibliografía sin declaraciones
éticas, tesis de grado y cartas editoriales. Se revisaron 81
artículos, de los cuales 22, cumplieron con los criterios de
selección establecidos.
Estrategia de squeda: Con el objetivo de cumplir con el
objetivo de investigación, se llevó a cabo una pesquisa de la
evidencia científica encontrada en bases de datos
especializadas, empleando los rminos de búsqueda y
operadores booleanos. Sobre esta base, se extrajo la
información de trazabilidad de los artículos incluidos,
evaluando el grado de evidencia, por medio de la
metodología GRADE; el riesgo de sesgo, a través de la
estrategia de Sacket y el grado de observancia en las listas
de chequeos de Strobe y Prisma, atendiendo al diseño.
DESARROLLO
Riesgos de seguridad del paciente adulto mayor
hospitalizado
El área hospitalaria en sí misma, representa muchas
implicaciones para el adulto mayor, tanto físicas como
emocionales. Y es que aumenta la probabilidad de sufrir
eventos adversos debido al mal manejo de la seguridad del
paciente. Este grupo etario se ve especialmente afectado por
las caídas a causa de factores de riesgo intrínsecos y
extrínsecos. Integran los primeros los cambios propios de la
edad, debilidad en la marcha y movilidad, problemas de
equilibrio y efectos farmacológicos mientras que los segundos
se relacionan con el cambio a un ambiente quizás
desconocido, las barreras arquitectónicas y a veces la
ausencia o falla de medidas de seguridad (5).
Otros autores, también consideran como los 3 riesgos
potenciales para la seguridad de un paciente hospitalizado,
las caídas, accidentes intrínsecos asociados al usuario, así
como los que involucran acciones propias del personal de
salud en la medicación o el equipamiento. Por eso, la labor
de enfermería tiene el deber de evaluar estos aspectos,
teniendo en cuenta las características de cada paciente y
para poder desarrollar intervenciones que eviten o minimicen
los daños, que podrían provocar lesiones menores y
mayores, entre ellas hematomas, fracturas que complican la
estancia hospitalaria y elevan las posibilidades de muerte (6).
Así lo confirma una investigación, que refiere que los
accidentes relacionados con el accionar de los profesionales
sanitarios más comunes en la atención a la población
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longeva, abarcan los errores de medicación y líquidos, el uso
inadecuado de dispositivos externos y los eventos
correspondientes a una práctica deficiente de las actividades
y procedimientos enfermeros, riesgos que los cuidadores
podrían eliminar cumpliendo a cabalidad con los protocolos
establecidos. Lo cierto es que la hospitalización, genera una
tendencia a la aparición de complicaciones y riesgos para la
tercera edad, los cuales no son producto de la enfermedad
base, como el aumento del riesgo de úlceras por presión, la
propensión a caídas, con secuelas físicas, emocionales y
socioeconómicas. Además, podrían aparecer infecciones
virales o bacterianas tromboembolismos y otros eventos
adversos que corresponden a la seguridad del paciente
durante la estancia hospitalaria (7).
Un alto porcentaje de las personas de la tercera edad,
requieren frecuentemente de los servicios en instituciones
sanitarias, lo cual los hace propensos a eventos adversos la
hospitalización, en su mayoría relacionados con la propia
atención. Aunque muchas de las casas de salud modernas
cuentan con equipos de alta tecnología, a veces los cuidados
están minados de costumbrismos, hábitos inadecuados y
falta de atención al detalle, que pueden significar grandes
riesgos para los usuarios, sobre todo para quienes superan
los 60 años, que pueden sufrir secuelas severas producto de
los descuidos a la seguridad. Para muchos un pequeño desliz
evitable, puede conducir un daño irreversible en la
funcionalidad del organismo y la pérdida total de la calidad de
vida de los últimos años del paciente (8).
Algunos de los riesgos muy frecuentes de los más longevos
durante la internación hospitalaria aluden a las caídas y
lesiones, producto del reposo en cama. De acuerdo con la
información pública de la Organización Mundial de la salud,
alrededor de 646 000 de muertes anuales se dan a causa de
este evento, teniendo como grupo etario más afectado a los
mayores de 65 años. De igual forma, estimaciones confirman
que al menos del 2 al 12% de estas personas será víctimas
de una caída en hospitalización, la mayoría de las veces
dentro de la habitación o en espacios cercanos a la cama (9).
Las personas de la tercera edad se exponen a factores de
riesgo intrínsecos y extrínsecos en la cotidianidad, los cuales
se exacerban con el internamiento, donde, las caídas, úlceras
por presión, reacciones adversas, errores en el accionar
profesional, de la mano con pérdida de autonomía,
abandono, largas temporadas de ingreso que dan como
resultado más oportunidades de que su seguridad, sea
quebrantada (10).
Precisamente, las investigaciones de la seguridad del
paciente y de las prácticas seguras con el fin de prevenirlos,
constituye una labor ardua y de alta complejidad; xime
cuando se trata de grupos vulnerables como son los adultos
mayores. Ellos experimentan el peligro de sufrir situaciones
de inseguridad por diversos motivos. En repetidas ocasiones,
arriban al sistema hospitalario en condiciones de fragilidad
física y mental que deviene en vulnerabilidad a riesgos en la
atención e incluso del entorno (11).
Entonces, resulta indudable la urgencia de repensar los
modelos de atención, personalizarlos, perfeccionarlos, buscar
nuevas formas de hacer, donde primen la responsabilidad, la
calidad y la calidez del cuidado, lo cual repercutirá de manera
positiva en el desempeño de los profesionales de la salud y
por consiguiente, en la seguridad de los individuos a su
cargo. Para eso, la atención esmerada al anciano
hospitalizado debe orientarse hacia la prevención e
identificacn de riesgos, que puedan agravar su estancia
durante la internación.
Gestión de riesgo y seguridad del paciente adulto mayor
hospitalizado
El personal de enfermería tiene grandes responsabilidades
en el proceso de atención, mucho más cuando se trata de
adultos mayores hospitalizados, quienes por lo general
presentan deterioro funcional y otras consecuencias que se
agravan con las hospitalizaciones largas. Es ahí donde los
profesionales del cuidado tienen su labor fundamental, en la
gestión de riesgo y seguridad del paciente.
Trabajar de conjunto como equipo en este tema, significa
crear una cultura sólida de seguridad del paciente, con miras
a incentivar el reporte oportuno de los incidentes adversos y
evitar que continúen minando la calidad y eficiencia de la
atención hospitalaria, a través de un perfeccionamiento
continuo. Lo anterior requiere de mantener la preparación en
seguridad del paciente, profundizar en la práctica y el estudio
del manejo de medicamentos, equipamiento médico, los
procedimientos y los riesgos. A ello se suma la gestión de
usuarios de la tercera edad con ingresos extensos para
prevenir las úlceras por presión, fomentar la aplicación
estricta de las medidas de bioseguridad, evitar las infecciones
nosocomiales, estimular el registro responsable de los
eventos adversos e impulsar el apoyo de los directivos
institucionales en el tema (7).
Una de las actividades reconocidas por los autores como
intrínsecas del rol de gestión del cuidado en Enfermería,
resulta la Gestión de Riesgos, un sistema laboral bien
organizado que se avoca a la identificación de riesgos
clínicos y su interpretación, que beneficia la adopción de
medidas de prevención, sustentadas en la evidencia, dirigidas
a impedir los daños a raíz de los riesgos relacionados con la
atención sanitaria (9).
Este sistema consta de varias etapas o pasos que inician con
el estudio proactivo de los riesgos, que tiene por meta
analizar las áreas, servicios, procesos e intervenciones,
susceptibles de eventos adversos, para transformar los
elementos causales. En este empeño, se emplea como
instrumento el Análisis Modal de Fallos y Efectos (AMFE). Es
una herramienta orientada a evaluar fallos potenciales en el
diseño y la prestación de servicios, para evitar que provoquen
efectos negativos en el paciente. Su fin último resulta evaluar
las maneras en que un servicio, procedimiento, producto o
acciones del personal pueden errar, determinar los niveles de
prioridad y por último medir los resultados de los cambios
aplicados al proceso o sistema. Dicho esto, el modelo es muy
útil para reducir riesgos en técnicas diagnósticas, procesos,
aparataje, procedimientos y protocolos (12).
Otra de las aristas de la gestión de riesgos en el área de
hospitalización que involucra a los adultos mayores, está en
la parte quirúrgica. Según varios autores, si se quiere ofrecer
seguridad al paciente, debe existir una sistematicidad en el
trabajo de selección, adiestramiento y estabilidad del
personal debidamente calificado, a la par de la promoción del
perfeccionamiento del ejercicio y la seguridad del entorno
hospitalario. De igual forma, consolidar los aspectos de la
administración del riesgo, referidos a intensificar el control
infeccioso, la utilización inocua de fármacos y equipos
clínicos, la vigilancia ambiental segura, complementados con
el saber científico. Además, asegurar el aviso de incidentes y
eventos adversos, mostrando entrenamiento y control activo,
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que de participación tanto a pacientes como a profesionales
sanitarios (13,14).
Investigadores consideran que las funciones de seguridad
fundamentales de la labor enfermera comprenden la defensa
y potenciación de un medio ambiente positivo, la indagación
incesante, y la colaboración en la política de gestión de los
pacientes, principalmente, aquellos que, como los ancianos,
pertenecen a grupos vulnerables. En la atención y la
seguridad del paciente de avanzada edad, las actividades
van encaminadas al uso seguro de los fármacos, la correcta
identificación de los usuarios, la precisión en los tratamientos,
la comunicación adecuada con los miembros del grupo de
salud, procedimientos correctos y las medidas de
bioseguridad (15).
En otro orden de ideas, evitar las infecciones relacionadas
con el proceso de atención, la prevención caída, mala praxis,
supervisión de los indicadores de confort tanto como los
físicos y de salud mental, resultan una prioridad en la persona
mayor. En estos casos, la gestión de seguridad está
orientadas a contar con el número de recursos humanos
suficientes para los cuidados eficaces, con las destrezas para
tomar precauciones, aplicar la vigilancia minuciosa y
garantizar procedimientos seguros, bajo una evaluación de
calidad constante (16,17).
El enfermero/a es un pilar fundamental en el trabajo
asistencial, el recurso humano más cercano al paciente en
espacio y tiempo, siendo el supervisor de los procesos y de
los indicadores de salud hospitalarios, donde la buena
práctica formativa y el trabajo mancomunado, junto a los
instrumentos de gestión clínica, son los factores que
intervienen en la reducción de riesgos. Mejorar la
comunicación interna en el grupo de trabajo constituye un
gran desafío en la gestión de riesgo actual, pues
acompañados de un funcionamiento correcto de otros
factores profesionales, humanos, directivos y de
equipamiento, favorecen la disminución de errores o el
diagnóstico temprano de los mismos (18).
La prevención como elemento de seguridad del paciente
adulto mayor hospitalizado.
El trabajo intencionado y pensado de evitar perjuicios al
paciente ocasionados por el proceso de atención, constituye
un elemento primordial de la calidad y eficiencia en la
asistencia sanitaria. Se trata del requisito previo al ejercicio
de cualquier intervención clínica. Desgraciadamente, han
tenido que suceder incidentes o eventos adversos para que
esta importante área sea tomada en cuenta con mayor
rigurosidad. Las consecuencias tanto para pacientes como
para el propio personal dan cuenta de la importancia de la
prevención en la seguridad de los usuarios, sobre todo
cuando son adultos mayores. En este aspecto, el personal de
enfermería asume una enorme responsabilidad, donde
destaca la correcta aplicación de las medidas de
bioseguridad, la identificación adecuada del paciente, la
administración consciente de medicamentos, la prevención
de infecciones intrahospitalarias, caídas y las úlceras por
presión, además de la notificación de incidentes.
La acción protocolar en pacientes de la tercera edad
hospitalizados contempla como primer paso la detección de
los riesgos y la puesta en práctica de medidas preventivas
personalizadas, que eviten la ocurrencia de daños evitables
en los pacientes. Para ello, es importante el uso del AMFE, el
contacto con los pacientes y el trabajo colaborativo de todos
los miembros del equipo de salud (19, 20).
En este aspecto, desempeña un papel trascendental la
prevención primaria de los eventos adversos, que
corresponde a la etapa anterior al suceso con el fin de reducir
su ocurrencia, tratando de potenciar los factores protectores
de la seguridad del paciente y minimizando los que propician
la aparición de errores en cualquier nivel del sistema de
atención. Lo que para los pacientes ancianos significa evitar
las caídas, las lesiones debido a la inmovilidad, las
infecciones y cualquier daño provocado por los cuidadores.
Para ellos se llevan a cabo actividades de formación y
entrenamiento del personal (21).
Un estudio realizado en seis hospitales de Cuiabá, Brasil,
arrojó que las actividades de prevención de caídas más
aplicadas por la enfermeras son el empleo de barandilla en
cama en un 67,1%, la educación del pacientes de la tercera
edad sobre la solicitud de ayuda en un 61,8%, la contención
física y/o química correspondiente al 36,8%, evaluación del
paciente en cuanto al riesgo de caídas a través de
procedimientos científicos y permitir la presencia del
acompañante con el 26,3%, e incrementar la atención por
parte del personal de salud 25,0%. Teniendo estos datos en
cuenta, se concluyó que había insuficientes conocimientos y
más del 40% de los profesionales no aplicaba a cabalidad las
medidas de prevención (22).
Sobre las labores para evitar las úlceras en ancianos
hospitalizados, los estudios revisados refieren que los
cambios frecuentes de postura se muestran como una de las
medidas elementales en la prevención, en combinación con
un área de apoyo adecuada de redistribución de la presión. A
ello se suma procurar la adecuada nutrición del paciente y el
nivel de funcionalidad que se pueda lograr en el mismo (23).
En la actualidad, el tema de los cambios posturales está en
debate pues gran parte de la evidencia es empírica o de
consenso; al no existir nuevos todos o técnicas en este
aspecto, queda ese vacío académico por investigar, y de ahí
la importancia de nuevos estudios al respecto (23, 24).
En cuanto a la prevención de las infecciones durante la
hospitalización, varios autores señalan que la clave es la
supervisión sistemática y continua, lo cual ayuda a conocer la
envergadura real en las diferentes casas de salud, creando el
espacio idóneo para llevar a cabo nuevas indagaciones con
el fin de identificar sus causas y posible manejo de la
seguridad para evitarlas. De igual manera, muy importante
resulta, identificar y aplicar medidas de prevención y control,
pues constituyen un indicador notable en la calidad y eficacia
de la atención (24,25).
En aspectos de seguridad y prevención en los adultos
mayores hospitalizados, no se puede dejar de lado la
aplicación de los 10 correctos en la labor de enfermería:
paciente correcto, medicamento correcto, dosis correcta, vía
correcta, hora correcta, además de preparar, administrar y
registrar usted mismo el medicamento, como responsable de
la administración, también es necesario el registro y razón
correctos. Los anteriores son pasos indispensables en la
seguridad de este tipo de usuarios que por sus características
muchas veces no pueden objetar en la administración o los
procedimientos que se les realizan (25).
A pesar de que alguno de los riesgos de seguridad en el
proceso de atención es ineludibles, una gran parte de ellos se
pueden prevenir, siendo primordial la notificación de
incidentes relacionados con la asistencia sanitaria, que
consiste en informar de amenazas a la seguridad e incidentes
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adversos, lo cual posibilita aprender de cada hecho y que los
mismos no se repitan.
Un sistema de notificación interna sólido tiene la capacidad
de identificar los potenciales problemas de seguridad y que
las amenazas sean conocidas por los involucrados. Lo
anterior, garantiza la monitorización efectiva de las mejoras
en la prevención de errores, impulsando prácticas seguras, y
evitando la discapacidad o su agravamiento en los adultos
mayores (26,27).
DISCUSIÓN
La gestión de seguridad del paciente adulto mayor
hospitalizado ha devenido en un eslabón fundamental en los
indicadores de eficiencia de una institución sanitaria. Luego
de revisar la literatura actualizada y disponible sobre el tema,
cabe mencionar que no existen muchos estudios que traten
este asunto específico de manera integral. La mayoría de las
investigaciones se refieren a aspectos particulares de la
gestión de riesgo, como el manejo del riesgo de caídas, la
prevención de úlceras por presión o la percepción de
seguridad por parte de los pacientes.
Asimismo, la interpretación de los resultados arrojó, que gran
cantidad de profesionales del cuidado, no gestionan
correctamente los riesgos en este grupo etario, debido a las
rutinas propias de trabajo, el desconocimiento teórico y la
propia vulnerabilidad de los más longevos. Los largos
períodos en cama y la inmovilidad, constituyen factores de
riesgo importantes, pues ocasionan pérdida de la masa ósea
y muscular, además de atrofia articular, que aumentan la
posibilidad de ocurrencia de un efecto adverso, producido
durante la atención sanitaria (27).
En este sentido, las indagaciones refieren que los factores
intrínsecos y extrínsecos se combinan para crear un do,
que a veces va a más allá de la enfermedad de base del
paciente y que podría ser prevenible. Varios autores
confirmaron, que los errores en la administración de fármacos
y líquidos, la utilización incorrecta de dispositivos o
equipamiento, así como la práctica inadecuada de las
intervenciones enfermeras, son riesgos que el personal
evitaría con el simple hecho de cumplir cabalmente con los
protocolos diseñados para cada actividad, además de
complementar la parte emocional con un trato humano,
intercultural y personalizado (28).
Por tal razón se resalta la importancia del desarrollo
consciente de la cultura de la seguridad en las instituciones
de salud, apoyados en una dirección que se preocupe por
estos temas cardinales. De igual manera, fomentar la
seguridad del paciente, preparando a los profesionales y
también a los adultos hospitalizados para los mismos, que
puedan notificar irregularidades y mejorar el autocuidado.
Aquí juega un papel fundamental la formación y
entrenamiento de enfermeros y enfermeras en técnicas y
procedimientos complejos y el criterio necesario para evitar
procedimientos diagnósticos y terapéuticos que no tengan
evidencia del valor real para el paciente (29).
Por otra parte, la promoción de procedimientos seguros,
sustentados en el conocimiento científico, las medidas de
bioseguridad, la calidad y calidez del cuidado y el beneficio
pleno del paciente en la tercera edad, cuyos riesgos son
mayores y con consecuencias más graves. Con dichos fines,
es clave la aplicación de la mejor evidencia disponible en
cuanto a prevención, diagnóstico, tratamiento, cuidados y
organización de la actividad asistencial seguras, sin dejar de
lado la adecuada aplicación de alertas clínicas dirigidas a
impedir sucesos adversos (30,31).
Cabe destacar la necesidad de diseñar nuevos procesos, que
prevengan desde su concepción la ocurrencia de fallos
previsibles incorporando estrategias de seguridad mucho más
personalizadas a los grupos de pacientes, de acuerdo con
sus características.
CONCLUSIONES
Los principales riesgos para la seguridad del adulto mayor
hospitalizado yacen en, las caídas, incidentes intrínsecos
relacionados con las propias vulnerabilidades de los
pacientes y las acciones inadecuadas del personal de salud
en la medicación o el equipamiento. A ellos se suma el riesgo
de úlceras por presión debido a la inmovilidad y la propensión
a infecciones durante la estancia hospitalaria.
La gestión de riesgo para la seguridad de los ancianos
requiere de la minuciosa identificación de riesgos clínicos por
parte del personal de enfermería, el uso de instrumentos
científicos de supervisión control de estos riegos, con una
marcada estabilidad y conocimiento teórico práctico de los
cuidadores, para lograr un sistema de notificación oportuna
de evento adversos, que posibilite aprender de cada
experiencia y evitar que se repitan.
Sobre la prevención, se señala la importancia de su fase
primaria, para detectar a tiempo los posibles fallos o errores
en la seguridad y por consiguiente lograr la reducción
constante de eventos que signifiquen amenaza o daño para
el paciente mayor de 60 años, cuyas comorbilidades
contribuyen a los acontecimientos negativos durante la
hospitalización.
Resultan necesarios nuevos estudios, pues la literatura
disponible, ofrece una visión muy reducida de una
problemática que necesariamente debe abordarse desde la
integralidad, dejando de lado aspectos muy importantes en el
análisis del tema.
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