Maza R/ Enfermería Investiga Vol. 8 No. 3 2023 (Julio – Septiembre)
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INTRODUCCIÓN
La Organización Mundial de la Salud (OMS), define a la salud
mental como un estado en que la persona es capaz de hacer
frente a los diferentes agentes estresores de la vida cotidiana,
despliega sus habilidades, adquiere conocimientos, trabaja de
manera óptima y aporta al desarrollo de su comunidad (1). En
este sentido, la Salud Mental no involucra solamente la
ausencia de una enfermedad, sino que también abarca el
bienestar emocional, cognitivo y social de la persona; razón
por la cual, constituye un elemento de suma importancia para
lograr la salud integral (2). A nivel físico las enfermedades
mentales pueden llegar a producir inmunosupresión haciendo
que las personas que las padecen sean más propensas a
contraer enfermedades, en el caso específico del estrés
genera dolor o presión en el pecho, palpitaciones rápidas,
mareos, temblores, dificultad para respirar, etc., del mismo
modo la ansiedad y la depresión generan trastornos del sueño,
alteraciones del apetito, déficit de atención y concentración,
cansancio, astenia, irritabilidad, dolores, ideación suicida,
aislamiento social, problemas académicos y mala calidad de
vida en general (3,4).
En la actualidad las enfermedades mentales y del
comportamiento, se han convertido en los enemigos
silenciosos de la sociedad y en la mayoría de los casos pueden
pasar por desapercibidas, afectando de esta forma a la
población de todas las edades, sin embargo, son los
estudiantes los que experimentan cada vez más problemas
mentales y del comportamiento y estos a su vez generan
dificultades en sus estudios, su bienestar y su modo de vida
(5). Entre las patologías de salud mental que han incrementado
en los últimos años se encuentran el estrés, la ansiedad y la
depresión siendo las principales causas de discapacidad, años
perdidos por discapacidad y de años de vida ajustados por
discapacidad en la región de las Américas (6).
A nivel mundial, se estima que la depresión afecta al 3,8% de
la población mundial incluyendo en este porcentaje al 5% de
las personas mayores de veinte años y el 5,7% de los adultos
mayores de 60 años, es decir, un aproximado de 280 millones
de personas (7). Así mismo, se calcula que cerca de 301
millones de personas sufren un trastorno de ansiedad, de los
cuales 58 millones son niños y adolescentes (8).
Adicionalmente, es importante mencionar que 4 de cada 10
adultos a nivel mundial experimentan un alto grado de estrés
(9).
En la región de las Américas, los trastornos depresivos y de
ansiedad abarcan el 15 % y el 21% de la estadística mundial,
lo que en cifras sería 48,16 y 57,22 millones de personas
respectivamente. Si se toma el caso de Ecuador, los
porcentajes de trastornos depresivos y de ansiedad son del
4,6% y 5,6% lo que se representaría en cifras a 721.971 y
879.900 personas del total de la población
correspondientemente (10). Sin embargo, a nivel nacional y
local, los datos que muestran estadísticamente la realidad de
esta problemática son escasos, y más aún en la población
adulta joven.
Con estos datos, es evidente que la depresión, la ansiedad y
el estrés, continúan afectando a todos los grupos
poblacionales produciendo serias repercusiones para la salud,
a partir de estas tres afectaciones de la salud mental, se han
generado diversas investigaciones con el fin de dimensionar
desde diferentes aristas la magnitud de éstas en poblaciones
específicas.
En este sentido, un estudio realizado en Chile sobre los niveles
de depresión, estrés y ansiedad relacionadas con el
rendimiento académico, en el cual se trabajó con una muestra
de 206 estudiantes del departamento de salud de una
Universidad mediante el uso de la Escala de Depresión
Ansiedad Estrés (DASS-21) en su versión abreviada y
adaptada para la población chilena, mostró como resultados
que: la prevalencia de depresión fue del 29%, la ansiedad el
53,20% y el estrés correspondió al 47,80% (11).
Del mismo modo, un estudio similar realizado en la Universidad
Católica Santiago de Guayaquil con respecto a los niveles de
estrés ansiedad y depresión en tiempos de confinamiento en
el cual participaron 100 estudiantes de pregrado de la Carrera
de Enfermería, mostró que tras la aplicación del Test de
Depresión, Ansiedad, y Estrés DASS-21, el 24% de los
estudiantes presentó un nivel moderado de depresión, el 20%
un nivel extremadamente severo de ansiedad y un 14% un
nivel severo de estrés (12).
En el contexto local, en un estudio realizado en la Universidad
Nacional de Loja acerca de la ansiedad, estrés y depresión en
67 estudiantes de medicina, previo a su ingreso al internado
rotativo, por medio de la Escala de Ansiedad de Hamilton,
Inventario Sistémico Cognoscitivista para el estudio del estrés
académico e Inventario de Depresión de Beck-II, se pudo
evidenciar que el 84% del grupo muestra niveles de ansiedad
leve, el 67% estrés moderado y el 69% depresión mínima, a
pesar de los alentadores resultados se menciona que existen
aunque en menor porcentaje registros de niveles moderados y
severos de ansiedad, nivel profundo de estrés y niveles de
depresión moderada hasta grave (13).
Con estos antecedentes, se planteó el presente trabajo
investigativo, mismo que tuvo como objetivo identificar los
niveles de estrés, ansiedad y depresión en los estudiantes de
Enfermería de la Universidad Nacional de Loja y cuyos datos
servirán de base para la elaboración de programas de
intervención, que se encaminen a buscar estrategias para
abordar la problemática de la salud mental y fortalecer los
modos de vida saludables.
MÉTODOS
El presente trabajo tiene un enfoque cuantitativo, diseño no
experimental, alcance descriptivo y corte transversal (14). El
área de desarrollo correspondió a la Carrera de Enfermería de
la Universidad Nacional de Loja y la población participante la
constituyeron 221 estudiantes, quienes cumplieron con los
siguientes criterios de inclusión: pertenecer a la Carrera de
Enfermería, que estén matriculados en el periodo académico
octubre 2022 – febrero 2023, de ambos sexos, de todas las
edades y que hayan firmado el consentimiento informado para
aceptar participar de la investigación.
Para la recolección de los datos se utilizó como técnica la
encuesta y como instrumento la escala DASS-21 en su versión
validada y adaptada al español. Este instrumento cuenta con
21 preguntas, mismas que se agrupan para evaluar el nivel de
estrés, depresión y ansiedad; adicional a ello, se incrementó
una sección de datos socio demográficos.
La escala DASS-21 consta de 3 subescalas que son:
Depresión (DASS-D), Ansiedad (DASS-A) y Estrés (DASS-S)
la escala de depresión contiene enunciados que miden los
síntomas asociados con el estado de ánimo deprimido, humor
disfórico, tristeza y desesperanza, auto depreciación,
sentimientos de inutilidad, preocupación somática; la escala de
ansiedad incluye ítems relacionados con manifestaciones de
excitación física, ataques de pánico, miedo, preocupación,