Ávila D/ Enfermería Investiga, Investigación, Vinculación, Docencia y Gestión Vol. 8 No. 3 2023 (Julio – Septiembre)
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prevalencia puntual de manera específica, el 7,03% presenta un
diagnóstico de hipertensión arterial y el 2,91% posee diabetes.
Estos resultados se relacionan con una investigación realizada
por Ochoa-Vigo et al. (5) en la Universidad de Lima, en donde
se encontró que el 2,7% de los docentes y trabajadores
administrativos padecen diabetes y el 10,7% padecen de
hipertensión arterial.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) definió la
adherencia como “el grado en el que la conducta de una
persona, en relación con la toma de medicación, el seguimiento
de una dieta o la modificación de hábitos de vida, se corresponde
con las recomendaciones acordadas con el profesional sanitario”
(15). Por lo tanto, este término engloba responsabilidad de las
“dos partes” (paciente y médico), donde resalta tanto la
participación activa del paciente como la responsabilidad del
médico para crear una adecuada comunicación que facilite la
toma de decisiones compartidas (16).
Para evaluar la adherencia terapéutica en el presente estudio,
se tomaron en cuenta 8 dimensiones: En relación al
cumplimiento del régimen terapéutico, se evidenció un consumo
de medicamentos ordenados (96,55%) y el consumo de
medicamentos en dosis (95,4%) y horas indicadas (91,95%).
Resultados similares a los reportados por Bastos et al. (17)
donde el 84% de los pacientes con ECNT ingiere sus
medicamentos de manera puntual. Según Romero Guevara et
al. (13), el régimen terapéutico es indispensable para un
adecuado control de los niveles de TA y glucosa, pues en el caso
de la diabetes los medicamentos ayudan a reducir los niveles de
glucosa en sangre, aliviar los síntomas y prevenir
complicaciones como el pie diabético, infarto del miocardio,
amputación de miembros, entre otros; lo mismo ocurre con los
medicamentos antihipertensivos, estos ayudan a relajar los
vasos sanguíneos logrando así que la presión disminuya.
Con respecto al cumplimiento de actividades prescritas, el
65,52% de los participantes no realiza la cantidad de ejercicio
físico recomendado. Estos datos se asemejan a un estudio
realizado por Ochoa-Vigo et al. (5) en Lima, donde mostró como
resultado que el 82% realizaba deficiente actividad física. Se ha
demostrado que la actividad física en pacientes con ECNT, es la
piedra angular del tratamiento debido a que en las personas
diabéticas el ejercicio ayuda a mejorar el metabolismo de la
glucosa y en el caso de la hipertensión arterial permite no solo
reducir los niveles de esta, sino que, además reduce el riesgo de
adquirir una enfermedad cardiovascular, pues el sedentarismo
eleva en gran medida la tasa de mortalidad, hospitalización y el
riesgo de contraer más enfermedades como la obesidad,
hipercolesterolemia, osteoporosis, y ciertos tipos de cáncer que
pueden agravar la condición de su patología (18).
En cuanto al cumplimiento de la dieta prescrita, la población
estudiada registró que el 75,86% cumple con la dieta baja en sal,
baja en grasas (78,16%), baja en azúcares (81,61%) y un
79,31% ha incrementado el consumo de frutas y verduras. Estos
resultados se asemejan a los presentados por Bastos et al. (17)
en Bucaramanga, en donde se demostró que el 80% de los
participantes con patologías crónicas no transmisibles
manifiestan que si deben seguir una dieta rigurosa, la respetan
y el 88% come solo aquellos alimentos que el médico le permite.
Del mismo modo, en un estudio desarrollado por Ventura (19) se
constató que el 43,5% de los pacientes con hipertensión arterial
no presentan dificultad en su plan de comidas saludables. De
acuerdo al Ministerio de Salud Pública (18), los pacientes con
estas patologías deben mantener una dieta saludable
acompañada de un consumo de grasas monoinsaturadas;
elevado consumo de verduras, leguminosas, frutas, cereales y
frutos secos; consumo frecuente de productos lácteos y
consumo moderado de sal y carnes rojas. De tal modo, el
beneficio de esta dieta es que ayuda a reducir el riesgo de
enfermedades cardiovasculares, disminuye la presión arterial (8-
14 mmHg), reduce la resistencia a la insulina y disminuye el
sobrepeso y obesidad.
Haciendo referencia a la evitación de conductas que potencien
la patología, el 77,01% de la población de estudio evita el
consumo de más de dos copas o vasos de bebidas alcohólicas
al día y el 88,51% no son fumadores activos. Datos similares, se
encontraron en un estudio realizado por Pinzón (12) que registró
como porcentaje más alto en los pacientes diabéticos, el hábito
de no fumar (96,3 %) y no alcohol (94,4 %). La Asociación
Latinoamericana de Diabetes (20) recalca que el consumo de
alcohol en personas con DM2, causa interacciones con el
tratamiento farmacológico que mantiene la persona y puede
ocurrir que el alto contenido de azúcar en las bebidas alcohólicas
aumente los niveles de glucosa. Además, Díaz & Infante (21)
especifican que el consumo de alcohol es un hábito nocivo que
el paciente debe erradicar, ya que eleva la presión arterial, es un
factor de riesgo para desarrollar enfermedades cardiovasculares
y también atenúa los efectos de algunos fármacos
antihipertensivos. Asimismo, el abandono del tabaco en las
personas con enfermedades crónicas no transmisibles se asocia
a la mejora de los parámetros metabólicos y a la reducción de la
presión arterial y la albuminuria al año (22).
En lo que concierne al control médico, los participantes asisten
cuando se sienten enfermos (89,66%), cuando tienen citas
programadas y para mostrar resultados de laboratorio (96,55%).
Datos consistentes con un estudio realizado por Bastos et al.
(17) donde se muestra que los pacientes se realizan análisis en
los periodos que el médico indica (80%), asisten a consultas de
manera puntual (84%) y después de haber terminado el
tratamiento, regresan a consulta si el médico indica (92%). Por
su parte, Cárdenas & Veloz (23) señalan que las actividades a
realizar con el paciente diabético semestral y anualmente son
peso, índice de masa corporal, control de los signos vitales,
control de hemoglobina glucosilada, análisis de creatinina,
exploración de los pies y electrocardiograma. Adicional a ello,
Regino-Ruenes et al. (24) indican que la asistencia a las citas de
control permite un seguimiento para la modificación de los
factores de riesgos, la determinación de la condición actual del
paciente y el análisis del comportamiento de la presión arterial.
En relación a la supervisión de efectos terapéuticos, la mayor
parte de los participantes (66,67%) realiza con frecuencia tomas
de la presión arterial y/o glucometría. Estos resultados coinciden
con un estudio realizado por Chávez López et al.(7), en donde el
64% de los pacientes son capaces de valorar su estado de salud
(signos y síntomas). Según Cárdenas & Veloz (23) para los
pacientes diabéticos, el automonitoreo es especialmente útil
para conocer el comportamiento de la glucemia en los periodos
postprandiales, en la tarde y noche. En este sentido, Pérez
Herrera & Jerez (25) señala que el auto-monitoreo en la diabetes
e hipertensión es un factor clave para lograr las metas de control
y detectar hipoglucemias o hipotensión en el paciente que
consume fármacos para estas patologías. Además, llevar un
registro de los valores obtenidos de glucosa/TA permite