Villamar Y/ Enfermería Investiga Vol. 8 No. 3 2023 (Julio – Septiembre)
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neonatales en el contexto de la pandemia fue negativa.
Igualmente, Becerra, Pecho y Gómez (22) obtuvieron resultados
similares en su estudio sobre la satisfacción del usuario externo
en un establecimiento de atención primaria durante la pandemia
ubicando el nivel de insatisfacción del 61,7%.
Así mismo, los resultados además exponen que el mayor nivel
de insatisfacción respecto a la matriz de mejora se encuentra en
la categoría por mejorar con especial atención en las
dimensiones capacidad de respuesta y fiabilidad, mientras que
las dimensiones tangibilidad, empatía y seguridad se encuentran
en la categoría en proceso de mejora.
Por otro lado, es oportuno acotar que la calidad de atención que
brindan los servicios de salud antes de la pandemia, tenían
grandes limitaciones y deficiencias, pero no fueron reconocidos
como problemas dentro del sistema de salud, con la pandemia
por COVID-19, se evidenció los desafío, retos y errores que
vienen enfrentando los sistemas de salud en el mundo y
Ecuador. En este contexto de COVID – 19 se mostró la carencia
de inversión en salud y la baja calidad de atención a los usuarios.
Sin embargo, se reportó que otros sistemas respondieron con
buena calidad de atención a pesar de la pandemia por el COVID-
19 como es el caso del estudio realizado por Millan et.al. (23) en
el Hospital Universitario Clínico Quirúrgico Cdmte. Manuel
Fajardo Rivero en Cuba donde la mayoría de los pacientes
atendidos por la enfermedad de COVID-19 manifestaron
sentirse muy satisfechos con la atención brindada.
Además, los resultados revelan que los usuarios hayan
expresado un nivel de insatisfacción en relación al trato
respetuoso, manifestándose en un 63% que durante la atención
en los servicios de emergencia no se respetó su privacidad. La
OMS establece un modelo de capacidad de respuesta de las
instituciones en donde se incluye el respeto por la dignidad, la
confidencialidad y la autonomía (24). No obstante, en medio de
la emergencia sanitaria se habilitaron protocolos y espacios para
poder atender la afluencia de pacientes en las salas de
emergencia, que no cumplían en su totalidad con estos
requerimientos. En un proceso de enfermedad, la persona vive
cambios psicofísicos con afectación de su esfera familiar y
social, pudiendo experimentar pérdidas antes de adaptarse o
lograr resiliencia (25).
Campillo et al. (26) consideran que, en un hospital tanto en el
servicio de guardia o en la internación o incluso en un
consultorio, el paciente expone emociones con diferentes
intensidades y comparte su biografía. Además, en un espacio
que se puede interpretar como despersonalizado, en el que se
le pide que se saque la ropa, donde se pone en juego su pudor,
donde los ritmos cotidianos de aseo, alimentación, sueño y
descanso se modifican, donde se le realizan al paciente
diferentes exploraciones, visitas, controles, exámenes no
invasivos e invasivos y pierde en cierta medida su autonomía y
su autoestima y se da hasta una relación de dependencia con
los cuidadores (25,26). Es por eso, que las personas necesitan
sentirse respetados, tomar decisiones, que le permitan sentir
que mantienen el control de sus vidas, con lo cual disminuye el
sentimiento de vulnerabilidad (26).
En el marco de la crisis sanitaria por la COVID-19 los cambios
organizativos sucedieron con cierta frecuencia en las salas de
emergencia para dar respuesta a las circunstancias más
diversas, y sin duda son los servicios hospitalarios con más
dinamismo en este sentido (27). Epidemias de gripe, falta de
camas de hospitalización, instauración de circuitos o unidades
con implementación de códigos asistenciales o la implantación
de sistemas de triaje son solo algunos ejemplos de esta tradición
de las áreas de emergencia [26]. No es de extrañar, pues, que
la inmensa mayoría de estas áreas reestructuraron de inmediato
sus espacios de triaje, primera asistencia y observación para
atender a pacientes con sospecha de COVID-19 (27).
Otro factor que incide en la percepción de los usuarios en los
niveles de insatisfacción se refiere al trato del personal sanitario.
Los resultados revelan un 49,3% de insatisfacción en esta
categoría. Estos resultados concuerdan con el estudio realizado
por Freire y Costales (28) donde determinaron un nivel bajo en
las dimensiones de atención por compasión y capacidad de
ponerse en el lugar del paciente en el personal de salud que
labora en el Centro de salud Quero tipo C. Para el usuario, la
atención en el servicio de emergencia se plantea con altas
expectativas en este tipo de contingencia, como por ejemplo,
que el médico se tome el tiempo para explicar lo que tiene el
paciente y que comprenda los tratamientos que se le indican, lo
que toma más fuerza si se le suma a esta necesidad la
información y comunicación que explique el motivo de la misma,
para tranquilizar al paciente el porqué de los tratamientos y la
respuesta a los mismos y contestar dudas de la familia (29).
Esta percepción de los usuarios se corresponde a una situación
de normalidad, pues durante la pandemia el personal sanitario
fue el sector más afectado por la cantidad de trabajo, la carga de
responsabilidad y el incremento del nivel de estrés o la
crispación por parte de algunos pacientes por la demora en la
atención a sus patologías (29) pudo haber afectado esta
dimensión. Sin embargo, es necesario recordar que la
comunicación debe ser considerada una herramienta
fundamental de la relación médico-paciente, como campo de
acción clínica, esta interacción debe ser una relación dinámica,
un proceso interpersonal e intersubjetivo y establecerse dentro
de un contexto de transferencia-contratransferencia (25). De
modo que, desde allí, es donde el médico puede estrechar el
vínculo, captar la atención del paciente y provocar
modificaciones en las atribuciones de significado sobre la
situación de este (25).
Por otra parte, el tiempo que el médico brindó para contestar las
dudas o preguntas sobre el problema de salud resultó con el
mayor porcentaje de insatisfacción en la percepción de los
usuarios. Estos datos demuestran que depende del personal de
salud en mejorar un conjunto de actividades que se deben
realizar en las diferentes dimensiones siendo la que se encontró
con mayor insatisfacción la capacidad de respuesta y fiabilidad,
es decir, los usuarios tuvieron insatisfacción con el tiempo para
ser atendidos y trato personalizado.
El tiempo de espera, es uno de los factores primordiales de una
atención de calidad y también presenta asociación inversa con
la satisfacción de usuarios, además que un tiempo de espera
prolongado puede generar consecuencias negativas en el
tratamiento (30,31). En este estudio se evidenció que la
dimensión con mayor nivel de insatisfacción fue la capacidad de
respuesta vinculada con el tiempo para ser atendido en el
servicio de emergencia, resultados que concuerdan con
investigaciones como las de Méndez et al. (32) que examinaron
que el tiempo de espera en la atención del usuario COVID llegó
a ser de más de 60 minutos, inclusive refieren que pudo llegar
hasta las 3 horas.
Teniendo en cuenta que la calidad de la atención sanitaria ha
sido ampliamente estudiada bajo enfoques cuantitativos