Zambrano R/ Enfermería Investiga, Investigación, Vinculación, Docencia y Gestión Vol. 8 No. 3 2023 (Julio - Septiembre)
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DISCUSIÓN
La revisión permitió evidenciar que la crisis sanitaria generada
por la pandemia del COVID-19 repercutió significativamente en
todas las esferas de la humanidad, entre ellas, la salud física y
mental; sobre esta última, su impacto se vio reflejado en el
desencadenamiento de síntomas como la soledad y la falta de
control percibida, específicamente, por las experiencias vividas
de aislamiento social y la falta de compañía, inducida por las
restricciones de la pandemia. Resultados similares fueron
encontrados por autores que manifiestan que la soledad en la
pandemia del COVID-19, reflejó deficiencias percibidas en la
cantidad, calidad o tipo de relaciones con los demás, lo que
condujo a la separación emocional, al dolor emocional y al
deterioro de las capacidades cognitivas en los estudiantes
universitarios y, con ello, a un deficiente rendimiento
académico (10). Adicionalmente, una investigación resalta que
la percepción del estrés se derivó, no solo de la soledad sino
que también de la falta de control percibida por los estudiantes,
en este caso, por la dificultad para afrontar las situación y
fuentes de estrés que generó la pandemia del COVID-19(17).
Entre las fuentes del estrés percibido por estudiantes
universitarios durante la pandemia del COVID-19, se
encuentran el distanciamiento de las redes sociales y
familiares, los cambios en los procesos de enseñanza-
aprendizaje, sobrecarga de actividades académicas, nivel de
exigencia de los docentes y la necesidad de apoyo económico
para sostener su proceso formativo. No obstante, algunos
autores refieren que antes de la pandemia, los estudiantes ya
estaban en medio de un período históricamente estresante,
específicamente, por las deficientes capacidades de
afrontamiento de los estilos de aprendizaje, las largas jornadas
académicas y las continuas evaluaciones en los procesos
formativos (22), y agregar una pandemia a la mezcla exacerbó
exponencialmente sus fuentes estresoras. Asimismo, el cierre
de las universidades durante la pandemia del COVID-19
provocó una pérdida significativa de contactos personales con
pares y la postergación de planes de estudio, lo que
desencadenó el estrés en los estudiantes; adicionalmente, la
pérdida de puestos de trabajo temporales estuvo relacionado
con la incertidumbre sobre los recursos económicos de los
estudiantes, lo que pudo haber incrementado los niveles de
estrés y las fuentes estresoras (29).
Entre los trastornos de la salud mental se encontraron la
depresión y la ansiedad, los cuales no sólo desencadenaron
desequilibrios en la salud mental y el bienestar en los
estudiantes universitarios, sino que también en algunas
respuestas fisiológicas como la taquicardia, el insomnio e
incluso alteraciones de la piel, como la urticaria (18,13). En este
orden, otros estudios refieren que las respuestas
psicosomáticas de los estudiantes frente al estrés académico
pueden conjugarse con la incertidumbre y el temor al contagio
del COVID-19, por lo que su impacto incrementa, haciéndose
más difícil de identificar y de controlar (26). Resultados
semejantes, demuestran que los trastornos de la salud mental
provocaron en parte de los estudiantes la ideación suicida y la
autoagresión, específicamente, por la depresión generada por
los cambios abruptos en los procesos formativos de los
universitarios y por el aislamiento social generado por la
pandemia del COVID-19. La mitigación de este tipo de
alteraciones debe estar centrada en desarrollar estrategias que
coadyuven al estudiante a lograr un estado de bienestar
emocional en su vida académica, especialmente, en
situaciones de crisis o de tensión emocional (31).
A partir de lo encontrado en la presente revisión se evidenció
que los estudiantes se encuentran inmersos día a día en
diferentes dinámicas sociales durante su proceso de formación
profesional, como, por ejemplo, las relaciones sociales, los
vínculos afectivos, las actividades de tiempo libre y ocio, entre
otros, lo que también puede incidir negativamente en el
desarrollo del estrés y en el bajo rendimiento académico. Todo
ello, a fin de ofrecer un apoyo integral y oportuno que permita
reducir sustancialmente la soledad y el riesgo de desarrollar
trastornos mentales.
CONCLUSIONES
Durante la pandemia del COVID-19 se incrementó el estrés
académico en los estudiantes universitarios específicamente
por fuentes estresoras como el distanciamiento social, la
sobrecarga de actividades académicas, el nivel de exigencia
de los docentes y la incertidumbre frente a los apoyos
económicos, sin embargo, la soledad fue el hallazgo de mayor
impacto en la salud mental de los estudiantes durante la
pandemia del COVID-19, lo que permite evidenciar que esta
población constituye un grupo de riesgo para desarrollar
trastornos mentales de mayor cronicidad. Prevenir y controlar
el sentimiento de soledad, particularmente, desde la promoción
de capacidades de afrontamiento y estilos de vida saludable
debe ser una estrategia que se implemente por parte de las
universidades para reducir el impacto negativo del estrés
académico en los estudiantes universitarios.
CONFLICTO DE INTERÉS
Los autores declaran no tener conflicto de interés.
REFERENCIAS
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