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comida con la que cuentan los demás profesionales; por
lo cual se ven obligados a consumir alimentos fuera de
su hogar, mientras cumplen sus horarios de trabajo y
académicos (19). Otro aspecto importante son las
creencias que influyen en términos de lo que alguien
decide comer, formándose a partir de ideas, experiencias
y emociones sobre los alimentos (20), además es muy
frecuente encontrar barreras al cambio, que son aquellas
que hacen referencia sobre factores que obstaculizan o
facilitan la adopción y mantenimiento de hábitos de
alimentación saludable (21).
En el estudio realizado por Pérez et al., (22), donde se
encontraron cambios alimentarios en la población
española mayor a 18 años durante la pandemia,
muestran que el 97% consume carnes, huevos en un
98%, también pescado 95,5%. De la misma manera,
frutas con un 55%, participantes que se vieron afectados
por períodos de confinamiento, y aunque se trató de una
muestra mucho mayor que la representada en este
estudio, aun así, existen muchas similitudes en los
resultados, por cuanto al tratarse de la preferencia de
alimentos, no son modificados por las situaciones
mencionadas.
Los hábitos en el consumo de alimentos son significativos
para una buena salud, cuando éstos son benéficos y no
destructivos, Serna et al., (23) realizaron un estudio con
estudiantes universitarios, demostrando que el 66,3%
consumen bebidas alcohólicas, resultado que se
asemeja a lo obtenido en este estudio. Sin embargo, se
establece una diferencia en el nivel de conocimiento de
los participantes, mencionando que éstos se encuentran
dentro del grupo de profesionales de salud y por tal
motivo, conocen los daños que causa beber alcohol al
organismo. Con referencia al estudio realizado por Muñoz
et al., (24) con la evaluación de consumo de alimentos
demuestran que los estudiantes universitarios ingieren
diariamente verduras y hortalizas en un 96,7%,
coincidiendo con los resultados de esta investigación. No
obstante, aunque los consumen, no se encuentran dentro
de sus preferencias, debido a que, un gran porcentaje
son preparados por sus madres, quienes se preocupan
por la alimentación de sus hijos y por esta razón incluyen
en una buena cantidad las verduras y vegetales.
Uno de los factores importantes para que los IRES no
mantengan un buen comportamiento alimentario, se
debe a la alimentación fuera de casa (25), en virtud que
se no se encuentran en el hogar por períodos
prolongados, para cumplir con las actividades laborales y
académicas, resultados que contradicen con los
expuestos por Díaz & Abascal (26), quienes afirman que
el 36% de la sociedad española mayor a 18 años
consumen alimentos externamente solo una vez al mes,
en una la población es general, no específica como la
evaluada en este estudio; razón por la cual no se pueden
analizar los elementos que influyen para que se concrete
ese resultado.
Debe tenerse presente la evidencia científica que indica
al trabajo por turnos como asociado a muchos problemas
de salud y, a largo plazo, aumenta el riesgo de desarrollar
trastornos metabólicos y nutricionales, por ejemplo,
obesidad, síndrome metabólico, enfermedades
gastrointestinales, entre otros (27) en virtud que al menos
en algún aspecto, dichas enfermedades están ligadas a
la calidad de la dieta y la irregularidad en los horarios de
comidas, por lo cual no debe dejarse de lado el
comportamiento alimentaria con la promoción de
patrones de alimentación saludables, aun en poblaciones
que se desempeñan profesionalmente en entornos del
cuidado de la salud, como lo aseguran Hernández et al.,
(27).
Asimismo, al momento de seleccionar los alimentos para
el consumo, destacaron dos respuestas entre las
propuestas, siendo el sabor y el precio, aun cuando los
participantes se encuentren laborando y recibiendo un
estipendio por ello, mismo que no es cuantioso, y que lo
distribuyen para diferentes gastos que poseen. Por otro
lado, el estudio realizado en profesionales del área de
pediatría del Hospital Universitario “Dr. José Eleuterio
González” indican que la selección de alimentos se da
por su sabor, así como por el contenido nutricional,
siendo fundamental mencionar que, el sueldo es mayor
al de un interno, por lo tanto, no se preocupa por el costo
de la comida (7).
De la misma manera, Serna et al (23), mencionan que
más del 50% de los universitarios, ingieren alimentos
cinco veces al día, debido a las horas de clases, logrando
libertad para consumirlos, aspecto que no sucede con los
IRES, debido a los turnos de trabajo los cuales se ven
limitados para comer en tres ocasiones al día como lo
refiere Vásquez (28), con un tiempo promedio de 30
minutos, haciendo que no logren masticar el número de
veces necesarias por bocado, entendiendo la necesidad
de volver al trabajo de manera inmediata.
Por otra parte, la preparación de los alimentos forma
parte fundamental de la dieta saludable, en cuyo caso, lo
decide la persona que está encargada de prepararlos.
Por un lado, las madres de quienes aún conviven con su
familia o por sí mismos para los que residen solos,
quienes preparan en su mayoría alimentos fritos; es decir,
consumen mucha grasa, condiciones semejantes a las
indicadas en el estudio realizado a estudiantes
universitarios en Barcelona por Sainz et al., (29), donde
se resaltan que, preparan la comida picando, mezclando
o removiendo los ingredientes 62,9% y lo realizan con
diferentes tipos y métodos de preparación, dentro de los
cuales se mencionan, alimentos cocción en agua, saltear,
a baño María o rostizar, dado que al ser estudiantes,
también se encuentran afectados por el factor de
residencia y quien convive con ellos.
Ante todo, resulta importante mencionar que, se pueden
realizar cambios en el comportamiento alimentario
habitual, y convertirlo en prácticas alimentarias
saludables, con la necesidad de establecer compromisos
y mantener la motivación de cuidar la salud, con el
objetivo de cumplir con normas de mejoramiento de
hábitos alimentarios. Por el contrario, en estudiantes de
bachillerato Díaz et al., (30) mencionan que, el elemento
principal para mejorar la alimentación es el acceso a